Cuando te adentraste en el agua helada de la orilla, al sentir las pequeñas olas, mirando el horizonte, pensaste que si cambiaras tus creencias el mundo continuaría igual, con las mismas olas, el mismo aire. ¿Y la angustia sería también la misma? Al menos por un instante el mar a tus pies te pareció diferente. Y fue un instante liberador, distinto a los incontables pensamientos que tenías y olvidabas. Sonreíste pensando en cómo retener ese momento. Cómo atesorarlo. Ese descubrimiento, y esto te lo prometiste con seriedad, sería clave para enfrentar tus temores.
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