Ese sueño por entonces me hizo creer que comenzaba un nuevo ciclo en mi vida. Tal vez porque en ese entonces era propenso a buscar símbolos y mensajes para enriquecer mi vida. Quería situarlos en diferentes lados. Cuando se vive pendiente de uno mismo es un fenómeno crucial el creerse parte de una historia notable. De modo que dos por tres me peguntaba si mi camino podría protagonizar la trama de una gran novela o de un cuento. No sabía entonces que la vida puede sujetarse a cualquier tipo de discurso, pero su esencia es incapaz de ser traducida, porque solo es un evento, una serie de hechos en el espacio y en el tiempo. Hay un nacimiento y hay una muerte. Lo que pasa en el medio es la historia. La trama. El discurso que uno intenta embellecer.
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