Después, sobre el final de la llanura, notaste que gracias a un manto de nubes la playa tenía un ambiente soñado. Por más cercanía que tuvieses con los paisajes, hasta entonces nunca habías encontrado una respuesta capaz de tranquilizarte. Tus días iban por el consabido camino de la angustia. Y por ese camino debías continuar. Ya era parte de mi cuerpo, concluiste dramático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario