Las gaviotas con la caída del sol
iban al ras del agua deleitándose
mientas finos copos de nieve
caían a nuestro alrededor.
Con asombro, te los mostré
en la palma de mi mano.
Sentados sobre una roca que parece
el caparazón de una tortuga,
decíamos: desde su altura,
se ve muy bien el paisaje.
El animal buscó el lugar más apropiado.
Buscar los mejores puntos de contemplación
y que la sombra tome cuerpo, dijiste.
El objetivo sería armar un tótem
que nos ayude a llegar hasta un silencio
que, por tolerar todos los ruidos, los apacigua.
El agua seguía a un ritmo tenue.
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