Esos días tus padres volvían a organizar los tés de invierno con la chimenea prendida. Supongo que para imitar a tus abuelos cuando hace tantos años leían a los clásicos. Uno de esos días, después de tomar el té, subimos al altillo y nos acostamos en el piso de madera. Fijos en la claraboya, vimos cuando apareció la primera estrella, y después otra…
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