Esa noche el aire templado en la noche quieta ampliaba el canto de los grillos, los plumerillos casi no se movían y en mi cabeza el camino de siempre iba hacia un palacio medieval en la montaña.
“Tranquilo. No me voy”, dijiste. Así que agradecí esa respuesta. “En el amor la clave es la entrega puntual...”, había dicho poco antes...
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