Esa noche el aire templado en la noche quieta ampliaba el canto de los grillos. Los plumerillos casi no se movían y el camino de siempre en mi cabeza iba hacia un palacio medieval en la montaña.
Aún te creías capaz de realizar un progreso importante. En tu infancia, un lobo marino se acercaba a tomar los peces que ponías en la ...
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