Más tarde, cuando la tormenta terminó, vi que goteaban las sombrillas descoloridas de la terraza. Las estrellas en el cielo bajaban hasta el río. Sentados en la parte más alta, nos reíamos de tu abuelo. Más temprano, con tono impostado, había vuelto a hablar de mujeres con poderes sobrenaturales. Las visitaba, dijo, en noches cerradas. Seguramente, como otras veces, hablaba de un cabaret llamado “Hiroshima”, que frecuentó cuando tenía un campo cerca de la frontera. “Más al oriente estaba”, dijo, y agregó: “En un lugar como éste dormían esas mujeres” y, señalando el galpón concluyó: “Se parecía bastante el lugar...”
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