lunes, 17 de junio de 2024

Una mancha perfecta

 

 

En la parte del campo

más ondulado, te bajaste

a ver unos pajaritos que formaban 

una mancha perfecta. 

 

Las nubes se abrieron y la pradera 

se puso más verde, y después, 

gracias a un gris que seguía 

en el cielo, casi amarilla.

 

Cruzaste entonces la ruta 

por la que casi nunca pasa nadie

para tomar el camino de tierra

que a esta altura se ensancha.

 

A tu derecha, viste árboles sin hojas 

y galpones iluminados por dentro.

Los iluminan, pensaste, 

para que las gallinas 

sigan produciendo.

 

Sin apuro, te bajaste de la bici 

y entre un olor nauseabundo, 

viste a las gallinas en sus jaulas 

moviéndose como robots

mientras el sol se escondía detrás, 

sobre el final, apenas tocándolas. 

 

 

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