Es el gran río que cuando anochece,
y los pájaros obedientes callan,
procura darnos un indicio acerca
del puente que cruza hacia
donde la hora y el pensamiento
no existen.
Porque nuestra imaginación
choca con una muralla que repele
ese impulso desconocido.
Como en las tumbas,
donde con la misma lógica,
solo crece la hierba.
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