Me levanto con el recuerdo
de esas tres gaviotas en el agua,
un poco más allá de la rompiente
un día de frío, de mucho frío,
donde no se movía una hoja
(cosa rara en ese lugar tan abierto)
y el mar estaba azul, calmo.
Sí, como en su esencia el mar
era una pantera echada vaya a saber uno
dónde, no fui capaz de pensar en nada.
Al fin.
Vos leías un libro sobre los mitos griegos
sentada a mi lado y yo observaba a esas gaviotas,
y te puedo asegurar que nada de nada
se intercalaba en mi atención hacia
ellas que estaban sobre esa pantera
que las alojaba.
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