Hace poco más de veinte años
llegamos a esta casa esperando
el nacimiento de nuestra hija.
Dos años después llegó nuestro hijo
y desde entonces vivimos con ellos
en esta espacie de barco en las alturas
desde el cual he visto miles y miles
de noches la calle que baja, sobre la avenida
un cartel en el cual se renuevan los avisos,
la estación de trenes, y más lejos todavía
el puerto, y al fin lo tan importante: el río.
Y arriba siempre las estrellas, que también nos miran.
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