Un conjunto escultórico, un lugar sagrado de casi diez mil años atrás, que se deja ver debido a una gran sequía. Bajó el agua de una represa que mandó a construir un dictador que gobernó un país durante décadas hasta su muerte. La sequía, pienso, obedece a un cambio climático que se deriva de un desarrollo tecnológico fuera de serie. Las oscilaciones de la existencia... Y si uno se pusiera a buscar sus esculturas ocultas bajo el agua -el inconsciente-, ¿qué emergería? ¿Cuáles serían las formas que, a la hora de crear, elige nuestra mano guiada por la intuición? Las formas que guarda nuestro cuerpo, ¿Y por qué? Es casi como preguntarse cómo llegó uno a definir su firma.
En esa tarea, a lo largo de los años, me puse a realizar esculturas que, como es lógico, se vinculan a formas que he visto en la naturaleza o en otros artistas y que me sirven para esta indagación mayor, que puede ser infinita, y que se vincula, entre otras cosas, con la búsqueda de un identidad, con la necesidad de buscar la esencia que nos diferencia y vuelve únicos. Una buena forma de aprovechar el tiempo.
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