En el blanco refulgente de la luna
creíste ver una bandada de patos.
Volaban sobre unas montañas dibujadas
y, gracias a los tenues grises,
había una atmósfera soñada.
Son las seis y veintidós de la mañana. Me desperté por segunda vez en la noche, como tantas veces, inmerso en sueños implacables, continuos,...
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