Fascinación por los árboles siento mientras nado en una pileta inmensa de mi club, que prefiero disfrutar a última hora, a las decicinueve, cuando solo permanece la señora que trabaja de guardavidas, y voy y vengo por el agua; a veces nadando crawl, y otras con la cabeza afuera estilo pecho. Y cuando salgo, atento a unos loros que comen los frutos de las palmeras (llamado, si recuerdo bien, butiá), intento no tener el tipo de pensamientos que me agobian desde siempre. Pero los tengo. La novedad es que ahora tiendo a aceptarlos más y, en la medida que los acepto, pierden fuerza. No es fácil, pero ocurre. Tal vez sea lo mejor que ha pasado en el último tiempo. Debo recordar eso.
Más temprano, vi con interés un video de un hombre de avanzada edad que da los consejos para vivir mejor. Pero después me dije que mejor no pretender tanta perfección en el arte de vivir porque, ahora sé que nadie la tiene y que ahí radica el encanto de las personas que veré poco si sigo yendo y viniendo por la pileta a última hora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario