Hasta que una noche soñaste
con dos búhos mirándote
desde lo alto
de un cedro azul.
Al árbol lo veías
desde tu ventana
en una ciudad lejana.
Por entonces, suponías
que deberías crear algo reluciente
y así podrías vivir rodeado de salvias.
Te levantabas con una sensación de bienestar que no te asombraba en lo absoluto. Ibas por el Tiergarten, saludabas al hombre que vende com...
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