miércoles, 8 de enero de 2025

Ascenso al Museo Capodimonte

 

Vamos por un barrio que a medida que ascendemos se vuelve más pobre. Los edificios de pocos pisos en la planta baja tienen viviendas que dan la impresión de ser como grutas desde donde las personas miran hacia la calle. Las veredas en general fueron ganadas por los ocupantes, aunque esa ganancia no excede el medio metro. Muchos tienden ahí la ropa. Hay puertas nuevas y ventanas también recientes, pero la estructura de los edificios es antigua. La gente se asoma. Viejos y jóvenes, algunos cantan. También perros. Pasan tres jóvenes en moto por una calle con adoquines y doblan a una velocidad inusitada. Sus gestos son adustos, concentrados en algo muy serio parecen. Hay relieves religiosos y también pasamos por una capilla que tiene una barca dentro. Será de los pescadores, supongo. Trato de imaginarme cómo será la vida en este barrio y enseguida pienso que todas las vidas se parecen y todos los barrios del mundo no son más que una puesta en escena que difiere en el decorado. Las cuestiones esenciales son siempre las mismas: nacimiento, placer, enfermedad, muerte. Los litigios, los acercamientos mínimos, a veces fuertes, importantes, y tal vez después un cierto alejamiento. Y con suerte un reencuentro. Planetas que nacen y mueren. Lo mismo las estrellas. 

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