Estaba donde, desde que tenía memoria,
había querido estar: en lo más alto
y frente al mar, y donde, al costado,
muy poco, adelante, tenía una península
con un risco prominente, un cuerpo
de piedra entero, colosal, esculpido
por la creación. Aunque no podía decir
por quién ni por qué, pero con todo,
de lo que estaba seguro, es que le daba
una sensación placentera que le permitía
soñar con un lugar con pinos y olivos
por donde recalaban los pájaros
y seguían sobre el agua.
Un lugar soñado que era cierto.
Estaba frente de él y ya se alejaba.
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