Se levanta en el medio de la noche
en una casa extraña. Delante está el mar
y, un poco al costado, la elevación de piedras
y olivos que tiene esa forma tan curiosa
y se describe como una punta en los mapas.
En el mar, se divisan dos luces
que las noches anteriores no estaban.
Pescadores, supone. Se acaba de despertar
de una pesadilla que le da al fin la mejor explicación
de su vida y eso no sabría decir qué sentimiento
le genera. En cierta forma, una alegría tenue
y al mismo tiempo una tristeza por el contenido
del mensaje que le brindado finalmente su cabeza,
su ser, no sabría decir quién ni por qué
recién a esta edad le ha dicho finalmente
cómo ha sido todo y por qué tantas personas
representaron en su vida papeles un tanto forzados.
Pero de pronto, al recapitular estas ideas,
ya no está tan seguro de la contundencia de su revelación.
Tampoco del sentido de anotar el sueño.
Mira hacia al mar en busca de las luces
de los pescadores que, por suerte, siguen
ahí, quietos, frente de su eventual casa
en el medio de la noche.
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