Un montón de agua que crea un manto de felicidad, de un azul moviéndose que va y viene según el viento y fuerzas que determinan astros que despliegan designios emocionales emparentados con raíces que nos exceden y que, por sobre todas las cosas, nos lleva a los momentos previos de la gestación. Un rumor donde nada de lo que existe estaba determinado y donde no llega la memoria porque solo hay un cúmulo de lava que ronda el espacio subterráneo a través del cual se desenvuelven las razones más importantes. Y sin embargo, permanecemos en la playa atentos a nuestras cosas. Ajenos a la fuerza inmensa.
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