Me levanté en la noche:
un ciclo de más de doce años
concluía y por eso miraba la noche
atento al canto de un grillo a la espera
de recibir un mensaje que nunca vino
aunque se terminase una época
por obra de quien construye sin develarse
y no da tregua en su sed y hambre por llegar
al otro lado incluso cuando sin formalidades
deja a los exaltados, tarde o temprano,
inermes con su avance que no se repite,
y que si al menos se parece
es solo para regocijarse
en el placer que le genera el enorme caudal
de cambio que disfruta como nadie.
Solo el canto del grillo parecía sostenerse
en el aire. Pero llegado el momento,
el sol aparecería
y todo seguiría viaje.
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