Al llegar e ir por los espacios
que lindan con rocas y grutas,
casas y gatos, se permitía escuchar
sus propios pasos a la espera
de entender mejor el sonido del ritmo,
para, soñaba, saber todo de su vida
y así no preocuparse por ella
e ir entonces hasta dejar de ser
algo separado del paisaje,
y así ser en todos, en muchos,
y por fin, volar con los pájaros.
Siempre había querido eso.
Por eso era lógico
que como nunca
en el máximo silencio
lo deseara.
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