Ella le resultaba una gloria eterna. Los años de juventud lo habían marcado a tal punto que vivía en total correspondencia con ellos. Por eso mantenía un amor que se acrecentaba, no obstante el paso de los años. Ninguno de ellos lograba derribar el interés que lo había consumido al punto de casi quemarlo, pero que, al fin salvado, le había permitido seguir, aunque fijo en ese momento crucial que, desde entonces, lo miraba.
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