Nubes pasaban y yo las veía acostado en el pasto, feliz, en la elevación de una península mientras el mar golpeaba las rocas más abajo y vos estabas conmigo, también boca arriba y sonrías, lo podía intuir a tu lado. A lo lejos, una paloma en algún lado, en un pino tal vez, llamaba a alguien o decía lo que nunca vamos a saber. Lo que sí sé es que éramos felices y ese instante debería permanecer por siempre aunque en algún punto se pierda en la infinita cadena que trazan los días y después de los años, todo eso que se cuenta y que se esfuma en números que al final son incomprensibles, como pasa con todo lo importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario