sábado, 2 de agosto de 2025

Ayer en Buzios

 Ayer, ida a la playa, por fin, cerca de las tres de la tarde, son apenas dos cuadras, la franja de arena es estrecha y hay de tanto en tanto familias sentadas en reposeras, niños jugando alrededor y personas que ofician de mozos y les sirven tragos, cervezas, se supone que eso es la expresión de un merecido descanso, no me convence y sigo camino junto con mis hijos, un poco más adelante me topo con una mujer junto a su pareja e hijo, la mujer tiene una bikini diminuta, al igual que la mayoría de las mujeres que me he topado hasta entonces, pero en su caso advierto una cadena en su cintura que refuerza cierto rasgo erótico junto con un cuerpo exuberante y algo alejado en las formas de los cánones de belleza más estrictos, cosa que me agrada, tal vez porque la emparento, a mi edad, con un cuerpo deseado más asequible, más cierto, en todo caso su visión me hace decirle a mi hija que las mujeres parecen haberse definido en pos de una independencia en relación con los modos de poder del hombre —en cuanto a quién accede a sus cuerpos— pero no tanto en cómo se vinculan con sus cuerpos, mi hija se limita a asentir, supongo que porque coincide o tal vez porque no le interesa debatir el tema conmigo, no obstante desde que es una niña ella se ha encargado de darle una preeminencia al tópico femineidad siglo veintiuno, por decirlo así, de un modo extraño.


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