Me encantaría encontrar respuestas: ¿por qué estoy en esa oficina de un cuarto piso frente al palacio de Tribunales desde hace más de treinta años? ¿Por qué miro cada día también ese mismo piso del palacio donde funciona la Corte Suprema de Justicia? Cuando me acerqué a este mundo, a mis dieciocho años, recién salido del colegio y ya trabajando en la Procuración General de la Nación, iba a ese cuarto piso a realizar gestiones para mi entonces jefe. Tomaba el ascensor reservado a los funcionarios de la Corte, el de la izquierda en el gran hall de entrada —porque el de la derecha era solo para los Ministros— y subía directo, sin puertas intermedias, hasta desembocar en ese espacio que representaba para mí una corte más bien inquisitiva, donde se tejían destinos. Todo eso me atraía con una fuerza que supongo es el origen de mis treinta años en la oficina de enfrente donde tengo esculturas y cuadros que pretenden equilibrar los miles de expedientes que me acarrean una responsabilidad enorme que siento necesaria por motivos que todavía no descubro. ¿Por qué sigo junto a los tediosos grises, atrapados en estructuras vetustas y claustrofóbicas de ese palacio?
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miércoles, 3 de septiembre de 2025
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