Buscamos ese lugar de paz y diseño
matemático en donde podríamos al fin
soportar las esferas ennegrecidas
que tenemos distribuidas por el estómago
y que nos dejan tantas veces al costado
de un cocodrilo inmenso que yace en la orilla
expectante por volverse ágil y malvado.
Pero no somos capaces de eso
y cada día dudamos más de la existencia
de ese lugar idílico y distinto
señalado por los profetas.
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