Por pueblos y campos celebramos
talentos que decimos vienen de dios
o de algún ser superior que nos guía.
Deseamos encontrar una certeza
que nos justifique
en un terreno pedregoso.
Cada mañana vemos plantas,
animales festivos y montañas altas.
Por las noches ciertos sueños
confirman nuestra angustia.
Escenas que debemos sosegar
en procura de un anhelo de permanencia
que exige empeño y suavidad.
Las definiciones de las cosas
no alcanzan a desarrollar sobre el escenario
el impecable control que buscamos con tanto énfasis.
Debemos entonces descansar.
Instantes donde los sentimientos nos acercan
a una puerta donde la luz podría dejarnos ir
sin reparar en los efectos del tiempo.