Vamos impulsados por el aliento
de monstruos que habitan
lejanos y fríos mares.
lejanos y fríos mares.
Quisiéramos descansar encima
de los deseos que nos abruman.
Y dormir sin otra paz que una certeza esquiva
de los deseos que nos abruman.
Y dormir sin otra paz que una certeza esquiva
pero suficiente para nosotros mismos.
Por momentos no sabemos bien
si alguna vez seremos capaces de detener
esa obsesión por diferenciarnos
esa obsesión por diferenciarnos
de otros tan iguales a nosotros.
Pero confiamos más allá de los esmerados artificios
que usamos para tapar nuestros límites.
Un río. Un cuadro color miel,
un conocido trecho que se va a extender más.
un conocido trecho que se va a extender más.
O la inquietud de un día
que se abre a un espacio inédito.
que se abre a un espacio inédito.
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