Era una vida tranquila
de largos inviernos, olor a leña en la casa,
una perra pacífica y un silencio
hecho de noches tendidas
sobre el campo helado.
Así recuerdo ese tiempo
y así lo quisiera tener ahora.
Pero él se fue con la leña
que perteneció a unos árboles
cortados para que ardan
en la célebre chimenea de piedra
del mismo modo
que alguien o algo
hizo lo propio
con esa vida tranquila
nuestra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario