Y muchas noches sufrías
por la falta de una paz
que habías avizorado
aquella vez en una iglesia
(ya no recordabas cuál).
Y sin embargo,
ese recuerdo,
perfecto y luminoso,
era tu gran objetivo.
En la orilla, veías el mar a la espera de una tormenta mientras tus hijos jugaban a un costado. Pensabas en tu padre y en sus éxitos. ...
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