Apenas los remeros
se lanzaban por los canales,
subías con ella a la terraza
para quedarte apoyado
en la baranda,
atento a sus piernas
y a los roces casuales.
Optamos con mi hijo por ir a desayunar afuera, justo en la mesa que ocupa el vértice entre la galería de un costado y mira de frente a la s...
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