En la oscuridad creíste pedalear en el aire y no pensar. Pero eso solo te llevó a un dragón de Komodo al sol, entre las rocas, ocioso, imponente y mudo. De manera que intentaste concentrarte en la luna y para eso te ayudaron unas vacas en la oscuridad, detrás de los cañaverales, como fieras acechándote.
Y seguiste un buen rato y al final del camino pensaste en no fijarte metas difíciles de lograr. Solo en ir con el paisaje.
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