Esa mañana un pajarito saltaba por las ramas de un árbol del que desconocía el nombre. Las golondrinas se dispersaban y por momentos se unían. Las rocas en esa parte del río tenían manchitas negras concentradas en lo alto. “Arman dibujos”, comentaste señalándolas. En los juncos, cantaban montones de ranas. Llovía y dos gatos bajo un ceibo miraban unos zorzales saltando por el pasto. A lo lejos, vi a dos peones que avanzaban a caballo y no sabría decir por qué me parecieron espíritus recién nacidos, ajenos al mundo, ingenuos. La lluvia mojaba sus cabezas. Avanzaban hacia la última de las playas conocidas arreando una tropilla. Me pareció una escena que tal vez había soñado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario