Según dice a continuación mi cuaderno, también en esos días, en el medio del campo, sobre una balsa, nos deleitamos con el ruido del agua. Remando, hablabas de proyectar la fuente que nunca vamos a tener. En mi cabeza, pasaban unos caballos negros y tensos que llevaban en su lomo al niño Dios.
A veces veo imágenes como soñadas, dije después…
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