jueves, 6 de marzo de 2025

Catania Matera. La mirada de los gatos

 

Salió de Catania con la intención de retener todo lo que veía para después, en los miles de días iguales que tendría por adelante -tomando en cuenta los miles que había tenido parecidos los últimos treinta años-, entender mejor que en los rasgos nuevos y en los vaivenes de los caminos, se pueden entrever otras vidas. Incluso otras dimensiones que a priori no quieren mostrarse o que, cuando se muestran,  no son vistas por quien se encuentra en sus días normales. Solo se pueden ver, por ejemplo, desde la escalera de piedra esculpida por habitantes de unas cavernas en una ciudad llamada Matera, a muchos kilómetros de su punto de partida. 

A esa ciudad, Matera, la conoció en la oscuridad y le tenía reservado un regalo: laderas que formaban grutas y casas en la montaña donde unos pocos gatos se le aparecían de vez en cuando y lo miraban mudos. Por lo demás,  solo estaba el aroma de una carne al horno en alguna parte. Se puso entonces a recibir la placidez del paisaje y sintió el silencio en su interior acorde con la mirada atenta de los gatos. Y quiso entonces integrar ese instante a su cuerpo para sosegarlo después, mucho después, por siempre

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