Está claro esta altura de mi vida que las cuestiones más interesantes tienen que ver con lo increíble que es tomar conciencia de la presencia de cada objeto, de cada ser y cada elemento, y de cómo el tiempo actúa en ese escenario desde una perspectiva cierta y profunda que no se puede comprender nunca con los elementos que tenemos a mano. Es incomprensible desde nuestra perspectiva. Y por lo tanto, esta perplejidad, ese misterio, resulta bastante intolerable porque, en lo fundamental, implica una libertad subjetiva enorme, inmensa y difícil de ocupar, ya que exige aceptar ese alto grado de impotencia, de limitación, y al mismo tiempo ser capaz de no caer en la tentación de querer respuestas demasiado concluyentes. Hace falta coraje para mantenerse en verdad en la ignorancia y solo intentar aprehender secuencias esporádicas y muy limitadas y al mismo tiempo descartar las teorías que pretenden llegar a niveles todavía más fantásticos.
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