Lunes de lluvia. Amaneció nublado y después, pasado el mediodía, comenzaron a caer las gotas. Una a una sobre el techo de chapa de la casa. Me acosté debajo de ese techo a escuchar los sonidos e intenté no pensar, solo escuchar, cosa que por momentos no pude porque, al fin y al cabo, para decir la verdad, me encanta pensar y todas esas cuestiones del silencio de las ideas por supuesto las valoro, pero más me atrae seguir ese impulso fuertísimo que pasa por volar con las ideas de un lugar a otro hasta el espacio cada vez más lejano donde se ven icebergs flotando en un mar negro y donde las estrellas permanecen mudas, estáticas, a la espera de un nuevo día.
jueves, 10 de abril de 2025
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