martes, 27 de mayo de 2025

Bastante plácida

 Una vez que me eché en el sillón del living, al poco rato apareció mi hijo para decirme que su idea era ver en el televisor una final de fútbol, y por eso me fui primero a su cuarto, donde verifiqué que los ruidos molestos también se hacían sentir, y luego al cuarto de mi hija, donde —después de leer un poco— pude dormir un buen rato en paz, al fin, y de una manera bastante plácida por espacio de una hora. Cuando me levanté, mi hijo seguía aún con las alternativas del partido, de modo que opté por acostarme en un espacio del suelo para intentar parar mi ser —que en el último tiempo está tan acelerado— y observar un poco el techo. Así fue entonces que, viendo el techo, pude pensar montones de cosas que me fueron trasladando, una por una, a distintos lugares que conozco bien de mi vida actual: el trabajo, su hastío, la posibilidad de emprender algo diferente a nivel artístico, y al mismo tiempo la certeza de que no tengo ganas de entrar en otro ámbito de competencia, en pos de la atención de los otros o de los recursos de los otros. Debería entonces concentrarme en nuevos paradigmas. Nuevas maneras de encontrar un motivo para llevar adelante mi impulso. Una idea, una función útil para la existencia. Nada más ni nada menos. ¿Dónde podría estar? Tal vez fuera de los límites mejor conocidos. Pero para eso hay que irse bien lejos, arriesgar, asumir grandes riesgos, y eso no es mi fuerte.

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