sábado, 7 de junio de 2025

La fuerza de los bárbaros

 

Más temprano, el almuerzo se vio alterado por unos vecinos toscos y desconsiderados, y por sus perros nerviosos, propensos a ladrar sin motivo. Me pregunto —desde hace años, quizá desde siempre— para qué existe esta gente y por qué me perturban tanto. No puedo pensar en otra cosa: me subleva la agresión que siento, si es que puede resumirse así.

Pero tiene que haber algo más. El problema es que ese algo no lo alcanzo a sentir. Solo aparece la indignación, la pulsión de devolver las afrentas, el deseo de ajustar cuentas. Ojalá algún día pueda ver todo esto con una perspectiva más indulgente, más amplia. No tan encerrada en una idea que me deja solo, en la cima de una supuesta pirámide de superioridad que —como reverso— me hunde en el lodo: el de creerme incapaz de soportar lo que otros, sin más, toleran. Otra trampa de mis pensamientos, otra forma miope de mirar.

No hay comentarios:

Sueño

  Soñé que estaba en un ómnibus en una ciudad francesa —tal vez Lyon— y no sabía bien dónde debía bajarme. Después de dudar y no animarme a ...