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sábado, 16 de agosto de 2025

Mi amigo L

 Fui a lo de mi amigo L, el dueño de un vivero cercano. Día de sol que comenzó temprano después de una noche apacible con un buen dormir. El silencio de esta casa, cuando lo logra porque los vecinos se acallan, los perros se duermen y solo se escucha el lejano ruido de los autos que pasan a lo lejos, es una bendición. Bien, eso fue lo que ocurrió anoche. En el vivero saludé a mi amigo y le expliqué, porque vino a mi cabeza el recuerdo, que hay una canción con su nombre -que no es nada común- que dice: No silbes más, no ves que tu silbar mi apena.... Mi abuelo paterno se llamaba L -le dije-, también mi bisabuelo, y mi hermano se llama así. Alguien cantó esa estrofa hace mucho. Tal vez alguien de la familia. Me contestó que no conoce la canción con esa sonrisa tan propia de un cuerpo luminoso.Tal vez la busque alguna vez. Aunque no creo, porque es una persona que parece vivir alejado de cualquier interés específico. Nada que esté alejado de la paz de las plantas lo convoca, pareciera. Es demasiado joven -cuarenta y dos años- para ser tan sabio. Tuvo una panadería con su padre. Con el tiempo, gracias al desarrollo de esta zona, hizo algo de dinero. Desde hace unos años vive de un alquiler, me contó alguna vez. Supongo que algo más junta con el vivero. Aunque pocas veces lo abre, tiene pocas plantas. Parecería más bien que le gusta ver crecer la maleza que tiene el fondo, junto a un almendro que lucía sus flores rosadas con blanco. Según me explicó alguna vez, cada una de ellas es una almendra. Como está lejos de la ambición, vive en aparente tranquilidad. Pero me pregunto qué desafíos le presentará la vida a la que no le gusta ver a la gente demasiado tranquila.

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