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martes, 14 de octubre de 2025

El misterio

Me desperté a las nueve de la mañana después de dormir atento de alguna manera a la posibilidad de sentir la bocina de un auto que pasa a buscar a los hijos de mis vecinos. Me fastidia que no usen otro método de comunicación para avisarle a los niños que deben salir de la casa. Pero prefiero evitar, en lo posible, entablar una conversación con mi vecino; ya me ha demostrado que se maneja con parámetros muy diferentes a los míos y por lo tanto no tengo ganas de adentrarme en una dialogo que, hasta lo que podido constatar, está lejos de mi eje. Sé a esta altura de mi vida que todo esto que digo es bastante relativo porque todas las miradas ética lo son, pero me quedo con la mía y sostengo mi decisión de evitar en lo posible entrar en cualquier tipo de vínculo con ese vecino. 

El día desde el inicio advertí que era glorioso. Soleado, fresco, la primavera en su plenitud; del mismo modo estaban los pájaros. Exultantes, lo mismo las plantas, las nubes incluso parecían más blancas y el cielo de un celeste pletórico. El día transcurrió muy en ese tono, aunque matizado cada vez más por una necesidad, que tengo muy arraigada, de sumergirme en algún tipo de obligación que me permita justificar mi tiempo. El trabajo para eso es ideal. Me dediqué entonces a trabajar suponiendo, como siempre, que ese impulso me dará algún tipo de expiación. También me di el tiempo para pintar. La pintura en el último tiempo alcanzó un grado de amor notable. Lo siento ni bien tomo el pincel y reparto los colores -y ellos se unen- en la paleta y después en la tela, y de algún modo me muestran la posibilidad que tienen den generar un espacio impredecible que  se va develando en un sentido que no obstante los avances mantiene un grado enorme de misterio. 

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