Una cansada manera de encarar los años, sus pasos,
los mendigos en las veredas, las fabulosas luces
a lo largo de las calles, en los taxis,
cerca de la gente que se aproxima
a un punto de celebración suficiente
para fijar una paz que sea duradera, interior,
eso me parece que buscamos hoy,
mientras vamos por esta avenida,
vibrante por los festejos,
que enseguida irán menguando,
mientras arriba, las estrellas, incluso ellas,
nacen y mueren, y más arriba,
una fuerza superior, creadora,
y más vibrante que nuestros festejos,
permanece ajena a sus derivaciones
hasta que alguno, uno muy afortunado,
logra conectarse con algo de lo que es esa fuerza,
con algún tipo de vibración o reflejo de su alcance,
que también enseguida se apaga.
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