Una noche, con la esperanza
de que lo imposible pueda ser tocado,
soñaste con dos búhos juntitos
en una rama del cedro azul.
El mismo que había
en esa ciudad lejana
donde sentiste que ya no deberías
crear algo reluciente.
Otra vez, así, dijiste,
vivirías tranquilamente
rodeado de salvias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario