Vuelta de la casa en el mar y ya extraño los pájaros y los árboles, la densidad del bosque, y sobre todo la posibilidad de estar frente a plantas y árboles por mucho rato. En el camino de vuelta, la noche estrellada en el campo abierto me hizo pensar que quiero mucho a esta tierra. Cena en un restaurante de un pueblo donde todos se saludan el entrar, y después la velocidad estúpida de algunos en la ruta mientras no paro de pensar en el trabajo y cosas que supuestamente implican algo importante para la construcción de mis proyectos, siempre atados a ciertas certezas y seguridades que me retienen en un ciertos planos del que pronto quisiera salir.
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