Ayer me levanté después de una buena cantidad de horas de sueño. El tiempo estaba todavía caluroso para esta época; algunas nubes armaban lo que sería después la tormenta anunciada sobre el bosque que estaba alegre como suele estar durante la mayor parte del día, a excepción de cuando ladran los perros de las inmediaciones. Una vez que desayunamos, mi pareja se puso a pintar y yo tomé los objetos de barro que tengo en proceso y me puse a pulirlos con ese tipo de placer que solo encuentro al momento de buscar la esencia de un objeto. Aunque bien pensado, no es su esencia, sino la mía y que con su ayuda sale. O bien, mejor pensado, sería una esencia que sale entre ambos. Su forma, su cuerpo, se presta a mis impulsos, cede, y al mismo tiempo se transforma para beneplácito de ambos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario