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miércoles, 12 de noviembre de 2025

Un vía útil

 Por la tarde fuimos con mi hijo a conocer el pueblo más cercano, Puerto Libertad, un lugar encantado, como son los pueblos de esta región. Todos tienen tierra colorada y el clamor de la selva y los ríos que atraviesan sus comarcas. Pero sobre todo están sus habitantes. Extraños. Desopilantes sería la palabra, pero ningún término en realidad engloba la extrañeza, la libertad, la absoluta naturalidad con la que se aproximan a la vida silvestre al punto de convertirse ellos en lo más parecido a la fauna que los rodea. 

Salto bonito es un lugar que tiene un parador sumamente rústico a sus costados. Y casas humildes, y ese ambiente irreal del que hablaba antes. Lo mismo la ciudad Wanda, que está a pocos kilómetros. Las personas que me crucé no parecían pertenecer a la vida que llevo. Tenían un ritmo que seguramente hacía que el tiempo para ellas fuera muy diferente al mío. Y de eso hablábamos con mi hijo. Yo ponderaba esas características y él decía que prefería cualquier ciudad a la vida tranquila de los pueblos. Tienden a aburrirme, dijo. Le expliqué mi teoría: hay dos tipos de personas. Las que tienden a aburrirse y las que tienden a la ansiedad. Para estas últimas, la tranquilidad, la rutina de un pueblo, puede ser una vía útil para canalizar tanta aceleración. 


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