A la salida del Humboldt Forum me recuesto en unos sillones de plástico curvos que han dispuesto junto al edificio y me quedo un rato ahí a la espera de mi mujer, que está en un negocio cercano y contemplo una paloma parada en lo alto de un edificio que solo conserva la entrada principal y parte de la fachada lateral. El resto fue reconstruido casi por completo y, aunque el resultado es bastante aceptable, teniendo en cuenta que más del ochenta por ciento del edificio original fue demolido tras la guerra, la magnitud de aquella destrucción no parece opacar la silueta de la paloma en lo alto, que observa desde allí la extensión de otros edificios también reconstruidos, como si atestiguara el esfuerzo de toda una ciudad por renacer y al mismo tiempo disfrutara del fin de la tarde en el comienzo del otoño de un año tan remoto como el 2024.
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