Un niño nace en una familia religiosa y vive en un pueblo entre dos cordilleras áridas en donde el cielo suele estar sin nubes. Tan límpido que se vuelve seco. Siempre soleado, al punto que la piel está ajada en el rostro de cada uno. ¿qué chances tiene de salir de ese mundo cerrado, fantástico y tremendo?
¿Y cambia en algo si el niño nace en una familia que pondera el intelecto, que sostiene que el pensamiento, de algún modo, es la forma de darle sentido a todo? ¿Cómo saldría de ese lugar?
Ahí está el niño. Va de la mano de su abuela por un cementerio lleno de tumbas barrocas, algunas neoclásicas, otras renacentistas incluso, que tiene calles estrechas y unos pocos pinos esparcidos cada tanto.
A lo lejos, ve a dos cuidadores con overoles azules. Parecen decirse algo jocoso en relación a un partido de fútbol reciente. Tal vez el equipo de uno venció al de algún otro. Tienen escobas en una mano y van hacia una carretilla con una pala llena de hojas secas en la otra. Es un día nublado y húmedo de invierno. Pero no hace frío. ¿Está por llover?
Y ahora que ya tiene un cuerpo adulto: ¿Cómo sale de ahí?
No hay comentarios:
Publicar un comentario