domingo, 30 de junio de 2024

El galpón

 

Más tarde, cuando la tormenta terminó, vi que goteaban las sombrillas descoloridas de la terraza. Las estrellas en el cielo bajaban hasta el río. Sentados en la parte más alta, nos reíamos de tu abuelo. Más temprano, con tono impostado, había vuelto a hablar de mujeres con poderes sobrenaturales. Las visitaba, dijo, en noches cerradas. Seguramente, como otras veces, hablaba de un cabaret llamado “Hiroshima”, que frecuentó cuando tenía un campo cerca de la frontera. “Más al oriente estaba”, dijo, y agregó: “En un lugar como éste dormían esas mujeres” y, señalando el galpón concluyó: “Se parecía bastante el lugar...” 

sábado, 29 de junio de 2024

Conocer el mundo

 

Más tarde, camino al pueblo de tu mano, silbando por un espacio de araucarias, sentí que había otra presencia, ojalá que divina pensé, situándose encima. 

 

Los perros dormían junto a la puerta de Anselmo: pensaba en aquel verano, cuando al amanecer, a la salida de los bares, soñábamos con cosas que nunca llegarían. Ser artistas, conocer el mundo… Días con colores y cantos provenientes de las olas en algún lado, del océano incluso gestándose, márgenes donde empiezan los instantes fugaces.

 

viernes, 28 de junio de 2024

El gran eucalipto

 

En mi sueño, iba feliz al galope a caballo, pero cuando el animal pisaba un pozo, nos caíamos y dos toros arremetían para toparme. 

 

Y en el último instante, con lo justo, me esquivaban. 

 

Después, mientras estaba todavía en el suelo recuperándome, me saludaban unos peones que pasaban por el río subidos a los mismos camalotes que veía de chico desde el barco de madera que parecía un pueblo flotante. 

 

Me desperté agitado y abrí los postigones. Recién entonces, vi que la luz de la mañana asomaba sobre la copa del gran eucalipto. 

 

 

 

jueves, 27 de junio de 2024

Mis teorías

 

Te gustaba, decías, un árbol con florcitas naranjas encima. “Cuando sol gana altura, los trinos se apaciguan”, comenté. “Me gusta el carácter de ese árbol”, dije después. “Las cosas de por sí no tienen carácter”, respondiste. “Uno se lo asigna.” 

 

Sin embargo, había algo apenas sugerido en el árbol, y también en la piedra a mitad del río. Y de eso hablaba… De que las cosas reclaman la belleza... Pero mis teorías, decías, no estaban bien planteadas. 

miércoles, 26 de junio de 2024

Un rayo iluminó tu cuerpo

 


Para entonces, todo parecía tranquilo. Se iba la tarde y las palmeras se volvían azulinas y por instantes violáceas. Descalzos, sin apuro, caminamos hasta las plantas de yerba mate hablando de las muchas formas que hay de cortarlas, de cómo hay que preservarlas de las hormigas negras que van por un espacio que adormece a las fieras debajo de árboles centenarios, a veces sufridos. 

 

 

Los peones nos habían dicho que la tormenta eléctrica, tan visible hacia el oeste, significaría el fin del otoño. Exagerando, había comentado que la costa recibiría a las víboras que bajarían al río desde los lugares más altos. Sin hacernos problema por eso, fuimos a echarnos bajo los laureles para disfrutar como esos potrillos que se juntan a tocarse el hocico. Fue entonces cuando, pasado instante, un rayo iluminó tu cuerpo. 

 

martes, 25 de junio de 2024

Unos caranchos

 

Esa tarde de verano, en un paraje cercano al río, entre lapachos amarillos, fuimos por un sendero hasta una playa. Un lugar en cuyo borde, entre malvones silvestres miré que, más allá de la frontera, volaban en círculos unos caranchos, justo donde unas palmeras custodiaban el río como soldados. 

 

lunes, 24 de junio de 2024

Pequeñas islas

 

Acomodándote en un costado de la reposera, en el sueño me decías: “Vení conmigo.” Pero cuando me sacaba la remera para ir a tu lado, te levantabas alarmada. Señalando el río, decías: —La casa de Anselmo está en llamas. Y era cierto: en los plumerillos cercanos al agua había fuego, y también en la casa. 

 

Entre el humo, unos carpinchos huían. —Se van —decías angustiada— hacia los brazos del río. Esos brazos que, ahora recuerdo, podían nadarse a caballo.  Después, nos quedábamos viendo los camalotes en viaje por el río mientras el fuego ardía detrás. 

 

Pequeñas islas, me habías dicho que eran. 

 

domingo, 23 de junio de 2024

En tu cara

 

Esa misma noche soñé que estábamos junto a la pileta. Los dos rodeados de una bruma incipiente y vos, acostada en una reposera, me mirabas. Un viento leve movía las ramas del sauce sobre tu cabeza. Te miré con una sonrisa yo también y pensé que no había en tu cara una sola imperfección. Pero tampoco había un aire soberbia.  

sábado, 22 de junio de 2024

No recordaba su nombre

 

Esa noche soné con una sortija agitada por un hombre de guardapolvo azul. El mismo que estaba en la plaza de mi infancia. Esta vez estaba parado al costado de la cama mientras tus padres, para entonces muertos, seguían acostados. Mientras rezaba, en el sueño, presa de un ataque de furia, ese hombre de pronto desparramaba los frascos de perfume sobre la cómoda y se daba vuelta a mirarme. Entonces, quería decirle que se calme. Lo había visto tantas veces en mi niñez, pero no recordaba su nombre. 

 

 

viernes, 21 de junio de 2024

Un lugar con grandes ríos

 

Mucho antes, en un lugar con grandes ríos:

 

“Esa nube tiene una forma perfecta”, dije mientras sostenía tu mano. “Es para conocer tu cuerpo”, agregué cuando te internaste en el parral y rodeada de uvas, mirándote a los ojos, convencido de que no ibas a ceder, te pedí que no te fueras. 

 

“Tranquilo. No me voy”, dijiste. 

 

Agradecí mucho esa respuesta. “En el amor la clave es la entrega puntual...”, recordé, pero para entonces ningún discurso importaba. 

jueves, 20 de junio de 2024

Los peces saltaban

 

 

Los peces saltaban 

cuando el frío perdía fuerza.

El agua se iluminaba.

Unas golondrinas repetían 

sus vuelos circulares.

 

No sabías que te podías 

acostar así, boca arriba,

sobre el muelle, 

a verlas por un rato.

 

De la nada, 

te viste delicado y dócil

sobre plantas acuáticas,

cerca de las ranas donde no parece 

pero el agua felizmente corre.

 

 

 

 

miércoles, 19 de junio de 2024

Gracias a la luna llena

 

Gracias a la luna llena 

el árbol resplandecía 

para que unos sapitos 

buscasen un haz de luz 

que los reflejase.

 

Mirabas la cantidad de estrellas

a la espera de recuperar a los pájaros 

que iban uno detrás de otro, 

elegían una rama, trinaban, 

seguían por instantes.

 

 

martes, 18 de junio de 2024

Te sentías mejor

 

Te sentías mejor 

gracias al aire templado 

en la noche quieta.

 

Los grillos cantaban, 

los plumerillos apenas se movían.

El camino de tantos días 

te llevaba a un palacio 

en la montaña. 

 

 

 

lunes, 17 de junio de 2024

Una mancha perfecta

 

 

En la parte del campo

más ondulado, te bajaste

a ver unos pajaritos que formaban 

una mancha perfecta. 

 

Las nubes se abrieron y la pradera 

se puso más verde, y después, 

gracias a un gris que seguía 

en el cielo, casi amarilla.

 

Cruzaste entonces la ruta 

por la que casi nunca pasa nadie

para tomar el camino de tierra

que a esta altura se ensancha.

 

A tu derecha, viste árboles sin hojas 

y galpones iluminados por dentro.

Los iluminan, pensaste, 

para que las gallinas 

sigan produciendo.

 

Sin apuro, te bajaste de la bici 

y entre un olor nauseabundo, 

viste a las gallinas en sus jaulas 

moviéndose como robots

mientras el sol se escondía detrás, 

sobre el final, apenas tocándolas. 

 

 

domingo, 16 de junio de 2024

La batalla continuaba

 

De esa época también tengo anotado un sueño: desde la borda de un crucero, a lo lejos, en el medio del mar, ni bien veía los bordes de un iceberg sobre el calmo turquesa del agua, iba a buscarte al comedor donde tomabas el desayuno. Tendiéndote la mano, te pedía que me acompañaras a verlo. Pero cuando regresábamos el blanco indeleble no estaba más y en el océano, no más turquesa sino azul, se veía un fuego lejano. Había a lo lejos una batalla. Un barco había explotado y varias personas gritaban a la distancia. Para salvarlos, nadábamos hasta el barco en llamas, pero a mitad de camino advertíamos que venían otros barcos porque la batalla continuaba. Son barcos del enemigo, escuchaba que decían otros heridos que nadaban junto a nosotros. Y cuando miraba de nuevo, flotabas muerta boca abajo en el agua. Un disparo te había alcanzado.

sábado, 15 de junio de 2024

Las margaritas crecían

 

Cada noche de nuevo pasaban imágenes punzantes. Y lo mismo cuando amanecía. Ese invierno veía los barcos encallados en el estuario cada tarde. 

 

Y cada tarde también esperaba que volvieses de tu trabajo, ansioso, atento a los detalles, consciente de que las cosas que tanto temía pasaban o no pasarían. Las margaritas crecían y a mitad del verano se desmoronaban por su propio peso. 

 

viernes, 14 de junio de 2024

Volaban

 

En el sueño ibas en bicicleta 

hacia un parral con uvas 

grandes y moradas. 

 

Pedaleabas con fuerza

mientras las calandrias 

bajaban al asfalto 

y antes de que llegases 

cerca volaban.

 

 

 

jueves, 13 de junio de 2024

Unos pasos después

 

 

Esa mañana te levantaste 

alterado por una pesadilla 

antigua y recurrente. 

 

Y sin embargo, 

en el verde del pasto, 

los pájaros volvían a los árboles,

saltaban de rama en rama. 

 

Pensaste en qué lindos eran

y unos pasos después

quisiste ver de nuevo la escena,

pero ya no estaban los pájaros.

 

 

 

miércoles, 12 de junio de 2024

Antigua Grecia

 

Saliste a pasear con tu perra 

después del calor agobiante.

La noche apenas había mejorado 

ese letargo. Con dificultad, 

te dormiste, y mientras dormías

se desató una tormenta.

 

Al despertar, el viento era fresco, 

los árboles se movían, los pájaros 

cantaban, y eras feliz, 

tan feliz como alguien venido 

de la antigua Grecia.

 

 

 

martes, 11 de junio de 2024

Mucho tiempo antes

 

Sin embargo, mucho tiempo antes, apenas los remeros se lanzaban por los canales, subíamos a la terraza para apoyarnos en la baranda donde todo el tiempo estaba atento a tus piernas y a los roces casuales. Intentaba mantenerme quieto frente al canal, concentrado en los árboles y sus reflejos en el agua, pero se movían bastante mis pensamientos sobre la corriente. 

domingo, 9 de junio de 2024

Un muro de piedra

 

Los titanes, eran altos, 

fogosos e imprevisibles, 

pero con el paso de los días 

se volvieron versátiles y humildes

para besar un muro  de piedra 

liso y blanquísimo

 

sábado, 8 de junio de 2024

Durante esos días

 

 

Durante esos días, cuando me mirabas ir desde la ventana, pensaba que a mi vuelta no estarías. Por eso intentaba ser más cariñoso y sincero. Hasta que un día, caminando por el campo, vi el tallo de una rosa entre la nieve y eso me permitió entender mejor el sentido de la tensión. 

 

viernes, 7 de junio de 2024

Los jardines de un lugar mítico

 

No confío ya mucho en las cartas y en los astros. Apenas diría que lo hago. Todo se ha vuelto menos dramático, y en cierta forma las flores son menos intensas en sus aromas, y lo mismo los cantos de los pájaros. Me noto con más criterio. Me voy volviendo más sabio, apenas, pero permanece la memoria de nuestros paseos en los jardines de un lugar mítico permanece fuerte y a la vez etérea, y siempre pasajera. Sin ninguna duda es lo que mejor conservo junto con la imagen de una santa protegiéndonos en lo alto del cielo. 

jueves, 6 de junio de 2024

Los adoquines de la parte antigua

 

Entonces, la iglesia se iluminó: se habían corrido las nubes. El agua se encendió. Miré otra vez hacia donde ajenos y mudos nadarían los peces y en mi cabeza volviste a alejarte sobre los adoquines de la parte antigua. Había parado de llover y la humedad ayudaba a oír tus pasos mientras, uno a uno, se acompasaban a las pequeñas olas. 

 

martes, 4 de junio de 2024

Siete en punto

 

Siete en punto de un día nublado con una humedad persistente. Del otro lado del canal, una mujer llegó apurada a la escuela. Una maestra tal vez. Las formas en mi cabeza seguían tensas. Dos cuervos me miraban desde el alambrado. Otra vez vivía el final de una película falta de ritmo. Intenté volver a la iglesia, al canal, a las nubes. Quise verlas tal como estaban: espesas unas junto a otras. Debajo, el canal seguía agitado por el viento. Recién entonces, pensé que mis días siguen los de mis padres y los de mis padres buscan a mis abuelos. 

lunes, 3 de junio de 2024

Un santo

 

Caminar hasta que el deseo deje de pesar, leo en mi cuaderno. Y así llegar a parecer un mendigo. No pediría nada, porque mi intención sería dar, no exigir, y con esa pasión, con los años, me convertiría en un santo, y tiempo después sería pintado en un fresco de una iglesia de Roma, y terminaría junto a montones de ángeles, colinas y ríos, atrapado en un cuadro magnífico. Y entonces desearía salir de ahí.

Voy con mi perra

  Voy con mi perra hasta el final del campito.  Cae el sol a mi derecha y a mi izquierda la luna  sube al punto que, iluminada y casi llena,...